La mayoría de los migrantes, provenientes de Honduras, El Salvador o Nicaragua, no tiene conexión con Guatemala. Cuando se bajan del autobús, no tienen moneda local, ningún lugar para quedarse y nadie a quién llamar para pedir ayuda.
Migrantes varados en El Ceibo dijeron a Reuters que
están decididos a emprender de nuevo el viaje a la frontera de Estados Unidos,
habiendo aprendido valiosas lecciones sobre cómo transitar por aquellas rutas.
Otros permanecen en el limbo en El Ceibo, sin saber
qué hacer a continuación. Aquellos que pueden pagarlo, se quedan en una posada
local por unos 20 dólares la noche. Otros suben una colina empinada hasta un
refugio para migrantes cercano que puede albergar a 30 personas a la vez.
Algunos duermen en las calles de El Ceibo, una
peligrosa zona de narcotráfico donde se escuchan disparos de día y de noche. El
resto, simplemente empieza a caminar.
"Es la primera vez en Guatemala. No sé qué
hacer porque vengo sola", confesó Aura Díaz, una hondureña que viaja con
sus dos hijas pequeñas, una de cuatro años y la otra de uno.
Huyendo de la violencia en Honduras y con la
esperanza de encontrar trabajo en Estados Unidos, había estado viajando durante
más de un mes con las dos niñas cuando las autoridades las detuvieron en la
ciudad mexicana Reynosa, frente a McAllen, Texas, relató.
"Estábamos descansando y nos agarraron",
contó Díaz.
El gobierno de Guatemala dijo el martes que está
preocupado por no recibir notificaciones sobre migrantes de diferentes nacionalidades
que cruzan a su territorio por tierra en los puntos fronterizos de El Ceibo y
El Carmen.
Aseguró que cuenta con instalaciones para
retornados de México en otros puntos fronterizos, como Tecún Umán, que pueden
brindar atención al migrante de manera "digna y segura".
"La cancillería guatemalteca ha cruzado
comunicaciones diplomáticas solicitando información oficial a los gobiernos de
México y Estados Unidos sobre estos movimientos migratorios", dijo el
gobierno en un comunicado.
Guatemala, sin embargo, no proporciona transporte
para los migrantes después de su llegada a El Ceibo.
Cuando se bajan del autobús en la frontera con
México, los migrantes cruzan a un pequeño pueblo en Guatemala, donde la energía
de un generador eléctrico para las casas y tres posadas se apaga a las 10 de la
noche.
Los funcionarios allí toman su temperatura y fotos
de sus identificaciones, antes de dejarlos a su merced. Se podía ver a muchos
migrantes preguntando dónde deberían ir ahora o dónde podían dormir.
"Lo vienen a tirar a uno a un sitio que uno no
conoce, sin dinero, sin nada y con niños pequeños", se lamentó Eduardo, un
migrante hondureño que se hospedaba en un albergue local con su esposa y tres
hijos. Él también planea regresar a México con la esperanza de poder llegar eventualmente
a Estados Unidos.
El hombre explicó cómo él y su familia huyeron de
Honduras después de que su esposa fue secuestrada por pandilleros. Eduardo no
dio su apellido por temor a su seguridad.