Un grupo de feligreses de la iglesia
católica de San Pedro Sacatepéquez, Guatemala, realizaron una actividad en
honor a la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, la cual sacaron en un cortejo
procesional en horas de la tarde de este domingo 9 de junio.
Por algunos inconvenientes hubo un
pequeño atraso en la salida de la procesión. Sin embargo, la imagen recorrió
las calles y avenidas principales para bendecir a la población sampedrana.
La fiesta del Sagrado Corazón de Jesús
es la celebración cristiana que se dedica al corazón en su significado profundo
que le imprime la religión, como el sitio donde mejor se simboliza a la vida
interior del ser humano, los orígenes de la festividad en la Edad Media y los
monumentos que lo representan hoy.
El mes de junio está tradicionalmente
lleno de fiestas y solemnidades que cada comunidad celebra con la devoción y
dignidad que le son propias. Después del Corpus Christi celebramos al Corazón
de Jesús.
La costumbre de consagrar el mes de
junio al culto del Corazón de Jesús surge en 1833 en París, en el “Convento de
los Pájaros”, desde donde se extendió luego por toda Francia. A partir de Pío
IX, varios papas aprobaron esta costumbre, que llegó hasta nuestros días,
aunque reducida a una mera devoción privada e íntima.
La palabra “corazón” es una
de las más utilizadas en la Biblia: se menciona 876 veces. En el lenguaje
bíblico, el corazón tiene un significado amplio, porque designa a toda la
persona en la unidad de su conciencia, su inteligencia y su libertad; el
corazón es sede y principio de la vida psíquica profunda, indica la
interioridad del hombre, su intimidad, pero también su capacidad de pensar.
El corazón es la sede de la
memoria, es el centro de las operaciones, de las elecciones y de los proyectos
del hombre. En una palabra, el corazón es el órgano que mejor representa la
vida humana en su totalidad.
El corazón es el ‘lugar’
espiritual de la presencia de Dios. La espiritualidad del Corazón de Jesús, en
la liturgia y en las reflexiones de los padres de la Iglesia, deriva y se nutre
de la contemplación del Señor en la Cruz, de cuyo costado traspasado manan
sangre y agua.