Cada vez es más urgente la formación de ciudadanos para defender la
democracia en el país, porque es fundamental que la llamada ciudadanía se
constituya en el auténtico defensor de la libertad y de la cosa pública, pues
le corresponde por derecho y obligaciones.
Al ciudadano, en todo el sentido de la palabra, le corresponde mantener
a las instituciones del Estado, como organismos vivos y eficaces a lo largo del
tiempo, para evolucionar y porque las democracias republicanas necesitan que
los Estados sepan “formar ciudadanía”, inclusive desde los estudios
preprimarios.
Se percibe en el país, en forma
lógica, la necesidad de la formación ciudadana para la aplicación y la defensa
de la democracia, para el entendimiento de cómo funciona el sistema republicano
del país, para la comprensión y defensa del Estado de derecho; para el justo
dimensionamiento de lo que son los derechos humanos (o “derechos del pueblo”) y
la necesidad de su defensa.
Además de estar atento a la preservación del sistema democrático,
también deben atender el funcionamiento de la estructura republicana. Esta
consiste, básicamente, en la división del poder público en tres subpoderes
especializados (Legislativo, Ejecutivo y Judicial), independientes entre sí,
que actúan como contrapesos para guardar el necesario equilibrio del poder estatal.
Una sociedad organizada políticamente como república democrática
necesita saber autodotarse de ciudadanos competentes, para desempeñar las
diferentes tareas que son necesarias para mantenerse como organización efectiva
en su propósito principal de que sean satisfechas las aspiraciones de bienestar
y de progreso de la mayoría de sus integrantes.
Para que las “democracias republicanas” (como el caso de Guatemala)
funcionen adecuadamente y se vayan perfeccionando, se requiere de la
participación de tres grandes actores: partidos políticos legalmente
constituidos de acuerdo con la Ley Electoral y de Partidos Políticos; políticos
honestos y con formación universitaria, y una ciudadanía activa y efectiva.
La “formación cívica” es trascendental para la ciudadanía, que es el
actor que se encuentra en la base de la pirámide de los sistemas democráticos
republicanos, y porque esos sistemas están concebidos para funcionar en su
beneficio.
La ciudadanía organizada políticamente, constituida a partir de un
acuerdo común –Constitución Política de la República– es la dueña de la cosa
pública, por eso este pacto colectivo de sobrevivencia pacífica debe ser
impartido en las escuelas públicas y en las instituciones de enseñanza privada,
para que sea conocido, practicado y defendido.
Podemos afirmar, con toda certeza, que desde que desapareció el curso de
Educación Cívica del programa de estudios de primaria y secundaria, las
actuales generaciones ya no le tienen amor a la patria; muchos incluso no saben
las letras del Himno Nacional, desconocen nuestra Constitución, así como los
símbolos patrios; entonces vale la pena comenzar a formar ciudadanos, a todo
nivel.