Para que el capital humano
guatemalteco sea competitivo en un mundo globalizado como el que estamos
viviendo, debe trabajarse en un profundo replanteamiento de la educación a nuestros
niños, jóvenes y adultos; queremos decir, desde la preprimaria, primaria,
básicos, diversificado y universitarias, igualmente de los posgrados.
No
replantear la educación, conforme al avance de la ciencia, la tecnología y de
las comunicaciones personales, interpersonales e institucionales a nivel
global, estamos condenando a nuestro futuro capital humano a no tener acceso y
posibilidades de competir en un mundo globalizado, donde ya nada está lejos y
todo se puede encontrar en cualquier mercado.
Es
sumamente importante que los niños y jóvenes, futuro capital humano de nuestro
país, sean competitivos en este mundo que ahora es rápido, sin mayores
tardanzas ni neófitos en nada y que demanda muchas especialidades y el
aprendizaje de idiomas para una mejor
comunicación y hacer negocios positivos en favor de todos los seres humanos
mismos.
La
educación no se debe limitar a que los niños y jóvenes solo aprendan a leer y escribir, la sabiduría y la estrategia son
compañeros inseparables en la lucha por la sobrevivencia en la vida, conseguir
la alimentación, solventar problemas y salvar obstáculos, para todo esto el estudiante debe comprender que es más eficaz
no solamente utilizar la fuerza bruta sino también los principios de justicia y
ética que deben guiar su paso por este mundo.
Nadie
debe ir a un colegio, una escuela o una universidad para que le enseñen con
quién acostarse, esto lo aprende el humano, como los animales, por naturaleza;
hay que ir a estudiar para aprender lo que tiene que saber una persona para
aprender a triunfar en la vida, para adquirir conocimiento, saber a qué mundo
me tengo que enfrentar y cómo tengo que responder.
No
tienen que ir a la escuela para que les digan en que Dios tiene que creer,
cuando el discernimiento es personal e intransferible, derecho humano que no
debe ser violado. No debe instalarse en la mente de nuestros hijos de qué
tienen que decir, cómo tienen que pensar, a quién tienen que odiar; lo que sí
se tiene que hacer es a que los futuros ciudadanos sean tolerantes, que pueda
mirar a sus compatriotas a los ojos y sepan que somos iguales y que todos
pertenecemos a la raza humana.
La
educación es la clave para forjar un mejor país, firme y duradero, para que se
termine la delincuencia, no hayan corruptos ni corruptores, nadie pase hambre y
la comunicación sea fluida entre gobernantes y gobernados. Sobre todo la
justicia prevalezca en nuestro país para saltar del subdesarrollo a una nación
desarrollada y próspera.
Ya
no se debe seguir educando preparando a nuestros niños y jóvenes para ser
sirvientes sino para ser innovadores, investigadores, productores, para que
propicien una mejor calidad de vida no solamente para ellos mismos sino para la
sociedad donde se desenvuelven.