Así, tras usar en su elección, en mayo pasado, las vistosas vestimentas papales que su predecesor, el argentino Francisco, rechazó, ahora el pontífice –el primer estadounidense– ha recuperado otra costumbre de los jefes de la Iglesia católica: tomarse unos días para descansar fuera del Vaticano.
El papa Robert
Prevost arribó el pasado 6 de julio a Castel Gandolfo, localidad italiana a
unos 25 kilómetros al sureste de Roma, la cual, desde el siglo XVII, ha sido
refugio vacacional para 15 sucesores de San Pedro.
La Oficina
de Prensa de la Santa Sede informó que el papa estará en la residencia de
verano hasta el próximo 20 de julio, aunque luego volverá por unos días más en
agosto.
"Espero
que todos puedan disfrutar de unas vacaciones para recuperar su cuerpo y
espíritu", dijo León XIV, al culminar el pasado 6 de julio la tradicional
bendición del Ángelus en la plaza de San Pedro e iniciar su receso.
Una
residencia imperial
Las
llamadas Villas Pontificias de Castel Gandolfo son un complejo ubicado en la
región de Lacio, específicamente sobre una colina cercana al lago Albano. El
recinto está conformado por el Palacio Pontificio, varias villas y los jardines
diseñados por Giovanni Momo.
Tiene unas
55 hectáreas de extensión; es decir que es más grande que la propia Ciudad del
Vaticano, que tiene apenas 44 hectáreas.
"Es
un lugar con unas vistas bellísimas al lago y con un clima mucho más fresco que
Roma en el verano, por eso desde hace siglos los papas se van allí en esta
época del año", afirmó a BBC Mundo el cardenal venezolano Baltazar Porras,
quien ha estado en el lugar.
Sin
embargo, mucho antes de convertirse en un refugio papal contra el calor ya
otros dignatarios habían hecho del sitio su retiro estival.
Castel
Gandolfo se halla sobre los restos del Albanum Domintiani, la grandiosa
residencia campestre del emperador romano Domiciano (81-96 d.C.), la cual se
extendía por 14 kilómetros cuadrados desde la Via Appia, el famoso camino que
llevaba a Roma en la antigüedad; hasta el lago, se lee en el sitio web del
Vaticano.
A la
muerte de Domiciano, otros emperadores como Adriano (117-138 d.C.) y Marco
Aurelio (161-180 d.C.) usaron la villa también, pero con el paso del tiempo
cayó en el olvido y comenzó a ser demolida para reutilizar su mármol en otras
construcciones en las incipientes localidades vecinas.
Sin
embargo, para el siglo XII una acaudalada familia genovesa apellidada Gandolfi
se hizo con el terreno y construyó un castillo con altas murallas en la cima de
la colina.
Del tipo
de edificación levantado y del apellido de la familia propietaria salió el
nombre del lugar: Castel Gandolfo, aseguró el director de las Villas
Pontificias, Andrea Tamburelli.
¿Pero cómo
terminó en manos de los papas? "La imponente y bien defendida fortaleza
pasó posteriormente a la familia Savelli, cuyos integrantes la mantuvieron
durante aproximadamente tres siglos. Pero en 1596, durante el pontificado de
Clemente VIII (1592-1605), la Santa Sede confiscó Castel Gandolfo a la familia
por una deuda impaga", explicó Tamburelli.
Sin
embargo, no sería sino más de 20 años después de esta operación que Urbano VIII
(1623-1644) se convertiría en el primer pontífice en utilizar el castillo para
vacacionar.
Fue este papa
quien encomendó al arquitecto Carlo Maderno, responsable de la fachada de la
Basílica de San Pedro, la construcción del actual Palacio Pontificio, el cual
sería culminado décadas después por el hoy afamado Lorenzo Bernini, quien ideó
la columnata que adorna la Plaza vaticana.
Mientras
las obras del palacio se desarrollaban, Urbano VIII se alojaba en la Villa
Barberini, una suntuosa residencia que pertenecía a un sobrino suyo. Es en esta
villa donde León XIV está pasando sus "vacaciones", pues desde 2016
el Palacio Pontificio viene funcionando como un museo, luego de que así lo
ordenara el anterior papa Bergoglio.
En el
Palacio hay pinturas y frescos realizados por grandes figuras del arte como
Paolo Veronese o Pier Leone Ghezzi.
"El
Vaticano 2"
Durante
los siguientes 200 años, Castel Gandolfo vio cómo se le incorporaron nuevos
jardines, grandes estancias, una plaza y capillas muy decoradas. No obstante,
este proceso de expansión se frenó a partir de 1870, cuando los Estados
Pontificios –el reino que los papas tuvieron durante 11 siglos– desaparecieron
con la unificación de Italia.
"Tras
el fin de los Estados Pontificios en 1870, la residencia quedó abandonada
durante unos 60 años, ya que los papas no salían del Vaticano", apuntó
Tamburelli. No obstante, con la firma de los tratados de Letrán de 1929, con
los cuales el Estado italiano reconoció la autonomía e independencia de la
Ciudad del Vaticano y la propiedad sobre Castel Gandolfo, los pontífices
volvieron a su residencia frente al lago Albano.
A partir
de entonces se realizaron una serie de renovaciones al complejo e
incorporaciones llamativas como un observatorio astronómico dirigido por padres
jesuitas y un helipuerto, se lee en la web del Vaticano. Salvo el papa Juan
Pablo I, quien murió en septiembre de 1978, apenas 33 días después de su
elección, todos los papas desde Pío XI (1922-1939) visitaron el recinto al
menos una vez.
Sin
embargo, fue Juan Pablo II (1978-2005) quien parecía disfrutar más del
castillo, al que llegó a apodar como "Vaticano 2" y se trasladaba a
él no solo en el verano, sino luego de viajes al extranjero o incluso después
de festividades señaladas como Navidad y Pascua. El pontífice polaco, famoso
por su afición al deporte, disfrutaba de realizar caminatas por las montañas,
varias de ellas escapando de sus escoltas, mientras su salud se lo permitió.
Poco
después de su elección, Juan Pablo II fue responsable de otra llamativa adición
a la residencia: mandó a construir una piscina, reveló Enrico Marinelli, exjefe
de la policía italiana en el Vaticano, en su libro El Papa y su general.
"Más
caro que esta piscina saldría organizar otro cónclave", fue el argumento
que el papa Wojtyla dio a quienes en la curia no veían con buenos ojos la idea,
alegando que era necesaria para mantenerse en forma físicamente, narró
Marinelli. La versión de la existencia de la piscina fue corroborada por el
cardenal Porras, quien en 1984 visitó Castel Gandolfo para reunirse con el
pontífice polaco.
"Recién
designado obispo, fui con los demás prelados venezolanos a la visita ad limina con
Juan Pablo II y la reunión fue luego del almuerzo, porque el papa había estado
nadando 3/4 horas. Se le veía rozagante en la reunión", afirmó a BBC Mundo
el arzobispo emérito de Caracas. El actual pontífice estadounidense también es
un atleta consumado, aunque su deporte preferido es el tenis.
Un sitio
cargado de historia
Pero
Castel Gandolfo es más que sus hermosos jardines o un sitio que contiene
pinturas, frescos y tapices de incalculable valor, es una extensión del
Vaticano y, por lo tanto, una oficina cargada de historia. En 1944, en plena
Segunda Guerra Mundial, el polémico Pío XII (1939-1958) convirtió el lugar en
un refugio para desplazados por los bombardeos.
Hasta 12 000
personas se trasladaron al Palacio y a las villas, entre ellos decenas de
judíos que huían de la persecución nazi, de acuerdo con los registros del
Vaticano. El propio papa Francisco apeló a este episodio para defender a su
predecesor.
"(Pío
XII) escondió a muchos (judíos) en los conventos de Roma y en otras ciudades
italianas, y también en la residencia estival de Castel Gandolfo. Allí, en la
habitación del papa, en su propia cama, nacieron 42 hijos de judíos y de otros
perseguidos", declaró el pontífice argentino en 2014.
"Los
primeros (niños nacidos en el cuarto papal) fueron los gemelos Eugenio Pío y
Pío Eugenio, bautizados con el nombre del papa", aseguró la directora de
los Museos Vaticanos, Barbara Jatta, a Vatican News en 2024. Antes de
convertirse en Pío XII, el pontífice respondía al nombre de Eugenio Pacelli.
Este pontífice y Pablo VI (1963-1978) murieron mientras pasaban una estancia en
la residencia de verano.
Por su
parte, el propio papa Bergoglio protagonizó en Castel Gandolfo otro hecho sin
precedentes. El 23 de marzo de 2013, apenas 10 días después de su elección,
viajó hasta la residencia de verano para reunirse con su predecesor: Benedicto
XVI (2005-2013). Nada más renunciar al trono de San Pedro, el alemán Joseph
Ratzinger se recluyó en la residencia papal de verano y allí permaneció hasta
el 2 de mayo de ese año.
Más que un
refugio vacacional
Entre las
tradiciones que Francisco rompió estuvo la de no pasar el verano en Castel
Gandolfo. "Siempre me tomo vacaciones, ¡de verdad!, pero en el hábitat:
cambio de ritmo. Duermo más, leo lo que me gusta, escucho música, rezo
más", declaró en 2014 a su regreso de un viaje de Corea del Sur, para
explicar por qué no dejaba el Vaticano durante la época más calurosa del año.
Para
Porras, una de las razones por las cuales Bergoglio apenas fue a la residencia
veraniega durante sus 12 años que duró su pontificado era simplemente
financiera. "La reforma que estaba haciendo en la curia incluía lo
económico. Mantener un palacio de esa naturaleza, lleno de obras de arte
invaluables, para que el papa vaya unos días es sumamente costoso", razonó
el purpurado venezolano, quien era cercano al fallecido pontífice.
Dos años
después, Bergoglio decidió abrir el Palacio Pontificio de Castel Gandolfo al público
y en 2023 tomó otra decisión: convirtió parte de los jardines en un instituto
de formación medioambiental. El Centro de Educación Superior Laudato Si, en
recuerdo de la encíclica donde Bergoglio aboga por proteger la naturaleza, está
dirigido a jóvenes marginados, inmigrantes y desempleados de larga duración, y
busca ofrecerles herramientas para desarrollar una economía sostenible, se lee
en su sitio web.
Y entre
los proyectos que el centro ha puesto en marcha está un viñedo, el cual
persigue producir vinos mediante "el uso de las tecnologías más avanzadas,
una cuidadosa reconexión con la biodiversidad y el cuidado del
ecosistema", explicó su director, Fabio Baggio, en un comunicado.
Aunque las
intenciones del papa Prevost sean desconectar y descansar, es poco probable que
pueda hacerlo totalmente. Prueba de ello es la reunión que mantuvo el miércoles
con el presidente de Ucrania, Volodmyr Zelesky, a quien le ofreció sus
gestiones para conseguir la paz con Rusia.