Mientras el nuevo coronavirus
avanza de forma acelerada por el mundo, dejando miles de muertes a su paso,
hasta ahora hay un continente libre de contagios: la Antártida.
En esta tierra cubierta de
hielo, donde el clima frío, seco y ventoso no da tregua, sus pocos habitantes
están tomando todas las medidas necesarias para evitar que la pandemia los
golpee.
Y es que, en un lugar tan
inhóspito y aislado como este, que cuenta con un solo hospital para atender
necesidades básicas, un brote de covid-19 podría ser fatal.

Aquí conviven todo el año unas
170 personas en bases pertenecientes a distintos países, entre ellos, Chile,
Uruguay, Rusia y China.
Rara vez la temperatura supera
los 0°C en verano y, en invierno, el promedio es de -12°C.
Los pingüinos se ven por
doquier y su rica fauna marina es el atractivo para los científicos que viajan
periódicamente al conocido como "continente blanco" con el fin de
realizar exhaustivos estudios.
El último buque de pasajeros
de la armada de Chile llegó a la bahía el 3 de marzo. Y el último vuelo el 26
de ese mismo mes, y se llevó a todas las personas que trabajaban de forma
temporal en la Antártica (entre ellos, los científicos).
"Estamos viviendo el
aislamiento total. Un aislamiento dentro del aislamiento", dice Alejandro
Valenzuela Peña, capitán de fragata de la armada de Chile..
"Aquí la pandemia se ha
vivido de cerca, las bases estamos tomando las mismas medidas que cada país
determina”, añade
Así, por ejemplo, la
representación chilena debe apegarse a las instrucciones del gobierno central
de ese país, siguiendo indicaciones como el distanciamiento social, el uso
mascarillas o el regular lavado de manos.