El sistema educativo de Guatemala, en
todos los niveles, necesita de cambios, principalmente en los programas de
estudios, desde preprimaria, primaria, básicos, diversificado, e incluso los
currículos de las diferentes carreras universitarias, porque ya son obsoletos y
no actualizados.
Vivimos en un mundo totalmente cambiante;
porque en la vida nada es estático, todo está en constante movimiento, y esto
obliga a los hombres a ser mejores cada día; y cómo vamos a formar mejores
personas si no hay programas de constante aprendizaje, ni siquiera
actualizaciones en todos los campos de la educación.
Debemos tomar en cuenta que la educación
constituye el pilar fundamental para el progreso de los pueblos; por tanto, el
Estado tiene que proveer todo lo necesario para la enseñanza-aprendizaje, tanto
en las escuelas primarias como en los establecimientos de diversificado y en
las universidades.
Definitivamente, los desafíos que enfrenta
el sistema educativo en Guatemala son considerables. Como sistema todavía no se
ha encontrado la ruta que nos lleve a la mejora de los procesos de aprendizaje,
un camino que va más allá de solucionar lo urgente, como la pandemia del
covid-19, y un escenario que viene de mucho tiempo atrás.
La cobertura, calidad y presupuesto son
tres grandes rubros para vislumbrar cómo estamos en educación. La cobertura en
educación primaria ha alcanzado niveles muy cerca de la anhelada
universalización; sin embargo, en preprimaria y en el nivel medio –ciclos de básico
y diversificado– persisten los retos de mejoras y adelanto.
En diversificado, por ejemplo, únicamente
se alcanza a dos de cada diez jóvenes. En calidad, las pruebas académicas a
nivel nacional e internacional en dos de las áreas más importantes, como lo son
matemáticas y lectura, muestran deficiencias aún por subsanar, tanto en
estudiantes de primaria y de nivel medio, como en docentes que optan a plazas
en el sector oficial.
Por aparte, el presupuesto en educación
casi se duplicó en los últimos diez años, sin que ese incremento se traduzca
necesariamente en mejoras en los aprendizajes, aunque es claro que existen
necesidades presupuestarias por atender.
El docente es el principal
factor para afrontar muchos de los desafíos mencionados; no obstante, en el
país no se cuenta con una carrera docente, carrera de director escolar, ni
carrera técnico-administrativa. Contar con ello permitiría un recurso humano
con más herramientas para incidir de manera sistemática, continua y permanente
en la preparación de los estudiantes para la vida, el trabajo y un mundo
cambiante en el siglo XXI, haciendo uso de metodologías innovadoras como STEAM
(en español, Ciencias, Tecnología, Ingeniería, Artes y Matemáticas),
aprendizaje invertido o aprendizaje basado en proyectos, entre otros.
Esto no significa que no haya
docentes y directores que realizan una buena labor en los centros educativos. Indudablemente
los hay; algunos evidenciados en reconocimientos nacionales, como el Premio
Maestro 100 Puntos; otros realizando una loable labor desde la invisibilidad y
el anonimato, pero se necesita que existan este tipo de reformas que impacten
la calidad como un sistema.
En el corto plazo, se
requieren metodologías innovadoras de enseñanza-aprendizaje y de gestión
administrativa y pedagógica; se debe mejorar e institucionalizar la formación
inicial y continua de los docentes, el reclutamiento, la selección y la
remuneración docente; implementar la carrera del director escolar y fortalecer
las organizaciones de padres de familia.
A mediano plazo, la evaluación debe
fortalecerse, así como el acompañamiento pedagógico, e implementar una
estrategia de tecnología en el aula. A largo plazo, es importante contar con
metas de mejora de los aprendizajes; establecer alianzas estratégicas, sobre
todo para el aumento de la cobertura en el nivel medio y educación técnica;
lograr que el presupuesto tenga alineación con los resultados y que todo esto
permita que nuestro sistema educativo responda a los retos de este siglo.