La magistrada Irma Palencia, quien ha
coordinado los comicios hasta ahora, entregará la presidencia del Tribunal
Supremo Electoral (TSE) a la magistrada Blanca Alfaro. Este acontecimiento pasaría desapercibido, a
no ser porque coincide con uno de los procesos electorales más convulsos y
caracterizado por la judicialización y hostigamiento hacia candidatos, partidos
políticos y magistrados.
Este 26 de octubre asume la
magistrada vocal III, Blanca Odilia Alfaro Guerra, como nueva presidenta del TSE.
Alfaro dirigirá el tribunal hasta el 6 de enero de 2025, en medio de
cuestionamientos por su complacencia con
el oficialismo.
Observadores señalan que si
bien el nombramiento de la magistrada podría “relajar” la distancia que el
órgano electoral ha tomado del Ejecutivo, principalmente de Alejandro
Giammattei, a raíz de la presión de las misiones internacionales y nacionales,
es improbable que deshaga la oficialización de los resultados de las elecciones
generales que colocaron al Movimiento Semilla a cargo del Ejecutivo para el
período 2024-2028.
El TSE ha pasado de ser un
órgano confiable, objetivo e independiente, a ser un instrumento del poder. La
autonomía se ha perdido en buena medida. Los titulares actuales han tenido el
mayor nivel de cuestionamiento que otras administraciones, desde su
conformación, explican varios politólogos.