Los
diputados, que por ley tienen la obligación de velar por la cosa pública, así
como la Contraloría General de Cuentas de la Nación, no han hecho nada, eso es
lo que se sabe públicamente, para auditar, o por lo menos saber para que los
contribuyentes nos enteremos de adónde van a parar los millones de quetzales
que cada año son presupuestados para publicitar todas las acciones y actividades
públicas del Gobierno Central, los ministerios y demás instituciones públicas.
Tenemos
que recordar que todos los años el Congreso de la República, cuando aprueba el
Presupuesto General de Ingresos y Egresos de la Nación, conoce que en él están
incluidas, en el renglón de publicidad, millonarias sumas de dinero, que en los
últimos años no se ha visto reflejado que este capital se haya realmente
invertido en los diferentes medios de comunicación social, ¿por falta de
ejecución o qué?
Asimismo,
vale la pena apuntar que es el gobierno el mayor recaudador de dinero a través
de los impuestos que pagamos los ciudadanos, y unos que otros servicios que las
instituciones estatales cobran para el fisco, por eso justamente el Estado
nunca quiebra, a pesar de que cada equipo de gobierno que llega, por medio de
elecciones generales, sustrae cantidades exorbitantes de dinero, de lo que la
Contraloría poco o nada dice.
Entonces,
si el gobierno, por ejemplo, no hace obra física de carreteras o cualquier otra
obra pública, prácticamente se paraliza gran parte de la industria de la
construcción en el país, y eso es lo que está pasando con los medios de
comunicación en Guatemala, sobre todo con los medios escritos y con aquellos
que no son proclives al gobierno de turno, el Gobierno Central, los ministerios
ni las instituciones descentralizadas están invirtiendo en publicidad.
Las
partidas de publicidad de todo el aparato gubernamental han sido centralizadas
en una sola cuenta de la que la Contraloría, al parecer, no sabe nada y ningún
diputado se ha preocupado por averiguar. Esto fue claramente visto y notorio,
que toda la partida de publicidad del gobierno del Partido Patriota fue
manejada por una agencia de publicidad afín a la entonces vicepresidenta Roxana
Baldetti y otras gentes de su equipo de trabajo; y en este gobierno sucedió
algo parecido, aunque no se ha identificado plenamente quién o qué agencia de
publicidad tiene acaparado todo el dinero de las partidas de publicidad del
sector público.
No
es casualidad que algunos periódicos ya hayan desaparecido, incluso una revista
de mucha tradición e importancia para el debate público, y también muchos
radioperiódicos, no porque sus directores o periodistas que laboraban en estos
medios fueran incapaces. Lo que sucede es que los han ido ahogando
económicamente, muchas veces sin que se dieran cuenta, y sobre todo con la
única intención de no tener críticas ni querer saber la verdad de las mayorías.
En
síntesis, podemos afirmar que en Guatemala, y sobre todo en los últimos dos gobiernos,
incluido el actual, no ha habido una clara persecución de periodistas, pero sí
un aparente respeto a la libertad de expresión y prensa, a pesar de los desaciertos
constantes del presidente de la República, Jimmy Morales, respecto a su
relación con la prensa independiente.
Los
medios de comunicación, en este caso los medios escritos, son sumamente
importantes en cualquier sociedad, porque constituyen el fiel reflejo de lo que
está pasando en el país y el mundo, y permanecen como parte de la historia
contemporánea en las hemerotecas y fototecas, lo que a la fecha, por ejemplo en
Guatemala, no se sabe adónde van a parar los materiales usados en los medios
masivos audiovisuales.
La esperanza es lo último que se pierde, dice un
viejo refrán. Claro, así es, y la esperanza de los medios de comunicación social, sobre todo los
escritos, está en la llegada al poder del nuevo gobierno; en este caso el
presidente electo Alejandro Giammattei, de quien sabemos tiene experiencia de una
buena relación con la prensa y, por supuesto, con periodistas.