Con
la renuncia, ahora, de Evo Morales, presidente de Bolivia, la convulsión en
América Latina se incrementa, no solo por la forma como el dirigente cocalero
abandona el cargo, sino también por las distintas situaciones que ocurren en
los demás países del hemisferio, con un común denominador: la estabilidad
política en cada una de las naciones del nuevo continente.
El
fracaso del neoliberalismo en Chile se da, después de que durante décadas han
sido palabras bonitas para describir a este país del Cono Sur del continente:
el modelo, el ejemplo, el milagro y el oasis, para alabar lo que estaba
sucediendo en ese país, que lo sostienen las minas de cobre que se las quitaron
a los bolivianos, con todo, incluida la salida al mar.
Pero,
de repente, cuando ya no quedaban más palabras de adulación para el
neoliberalismo en el diccionario, el máximo dirigente político chileno dijo “estamos
en guerra”. Esto, cuando estallaron las protestas y en un par de semanas hubo
más de una docena de muertos, y todo comenzó con el cuarto aumento al valor del
pasaje en el metro de Santiago en menos de dos años.
Las
protestas se siguen multiplicando por todo el país, y no solo se trató de un
incremento al pasaje en el metro. El estallido de la violencia es, sobre todo,
por 30 años de recortes en salud, educación, pensiones, etc. Una forma de
expresar la frustración de vivir en un país con mayor PIB en América Latina,
pero con salarios miserables y precios sumamente altos.
Seguramente
se le da mucho énfasis a lo que está sucediendo en Venezuela, cuando la verdad
es que toda América Latina está convulsionada. En Centroamérica, todos los
países están enfrentando serios problemas. En Honduras y Guatemala, la lucha es
contra el crimen organizado, la corrupción y el narcotráfico; graves problemas
políticos en El Salvador y Nicaragua.
En
Suramérica, vamos de Colombia, donde la ciudadanía le pide la renuncia al
presidente Iván Duque Márquez, y está preparando un paro nacional para este 21
de noviembre. Igual, Ecuador vive en medio de protestas e intranquilidad
ciudadana con Lenin Moreno. Así, podemos señalar lo que sucede en Argentina y
el país más grande, Brasil, donde hay muchas contradicciones, y este fin de
semana fue dado en libertad el expresidente Lula da Silva.
El
mismo caso del Perú, donde Martín Vizcarra tuvo que disolver el Congreso ante
la forma tan descarada como venían actuando los parlamentarios, sin percatarse de
que la Constitución Política del país inca permite al presidente de la
República la facultad de disolver el parlamento, acción que fue aplaudida por
la mayoría de peruanos e incluso por las fuerzas armadas.
Lo
que hay que tener muy claro es que todo es generacional, nada es permanente,
todo es cambiante y evolutivo, y esto solamente se puede enfrentar preparando
cuadros de ciudadanos para que ocupen cargos públicos a futuro, y propagando la
educación cada vez más con programas e inversiones seguras.
Reiteramos,
pues, que América Latina está convulsionada, y por eso debemos estar atentos
para tener la certeza de que algún día tiene que triunfar la razón, para que
los pueblos puedan vivir y desarrollarse en libertad, fraternidad e igualdad.