En su mensaje para la
séptima Jornada Mundial de los Pobres, Francisco exhorta a no apartar la mirada
de los que están en dificultad, como los niños que viven en zonas de guerra,
los que no llegan a fin de mes, los que son explotados en el trabajo y los
jóvenes prisioneros de una cultura que les hace sentirse fracasados: todos son
nuestros prójimos, necesitamos un compromiso político y legislativo serio y
eficaz.
La mirada de un pobre cambia
el rumbo de la vida de quien se cruza en su camino, pero hay que tener el valor
de quedarse en esos ojos y luego actuar ayudando, no según nuestras necesidades
o nuestro deseo de librarnos de lo superfluo, sino según lo que el otro necesita.
Este es el concepto que subyace en el Mensaje del Papa para la séptima Jornada
Mundial de los Pobres, el próximo 19 de noviembre, "signo fecundo –escribe
Francisco– de la misericordia del Padre". El texto se ha difundido este
martes 13 de junio.
En el Mensaje sobre el tema
"No apartes tu rostro del pobre", en referencia al Libro de Tobías,
el Papa ofrece una interpretación de la realidad que parte de reconocer en los
más frágiles "el rostro del Señor Jesús", más allá del color de la
piel, de la condición social y del origen. En él hay un hermano que hay que
encontrar, "sacudiendo de nosotros la indiferencia y la banalidad con las
que escudamos un bienestar ilusorio".
La realidad en la que
vivimos, subraya el Papa, está marcada por el volumen excesivo de la llamada a
la opulencia y, por tanto, por el silenciamiento de las voces de los pobres.
"Se tiende a descuidar todo aquello que no forma parte de los modelos de
vida destinados sobre todo a las generaciones más jóvenes, que son las más
frágiles frente al cambio cultural en curso", escribe el Santo Padre,
agregando:
"Lo que es desagradable
y provoca sufrimiento se pone entre paréntesis, mientras que las cualidades
físicas se exaltan, como si fueran la principal meta a alcanzar. La realidad
virtual se apodera de la vida real y los dos mundos se confunden cada vez más
fácilmente".
"Los pobres",
escribe el Obispo de Roma, "se vuelven imágenes que pueden conmover por
algunos instantes, pero cuando se encuentran en carne y hueso por la calle,
entonces intervienen el fastidio y la marginación". Sin embargo, la
parábola del buen samaritano, subraya Francisco, interpela el presente.
"Delegar en otros es fácil; ofrecer dinero para que otros hagan caridad es
un gesto generoso; la vocación de todo cristiano es implicarse en primera
persona", dice el Pontífice.
"'No apartar el rostro
del pobre' conduce a obtener los beneficios de la misericordia, de la caridad
que da sentido y valor a toda la vida cristiana", asegura el Pontífice.
Para concluir, citando a Santa Teresita del Niño Jesús 150 años después de su
nacimiento, Francisco recordó que "todos tienen derecho a ser iluminados
por la caridad" y pidió "mantener nuestra mirada siempre fija en la
faz humana y divina de nuestro Señor Jesucristo".