Rolando Álvarez, de 56 años,
lleva en prisión desde febrero, cuando un tribunal sandinista lo condenó a 26
años entre rejas y lo despojó de la nacionalidad nicaragüense.
El obispo de la diócesis de
Matagalpa, conocido por ser un crítico inquebrantable del gobierno de Daniel
Ortega y su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, salió de la cárcel la
primera semana de julio y volvió a entrar horas después en un episodio rodeado
de secretismo.
Álvarez fue excarcelado
provisionalmente para que el gobierno y la Iglesia católica negociaran su
liberación y posible marcha al exilio, pero este se negó a abandonar Nicaragua
y lo regresaron a su celda en la cárcel La Modelo al noreste de Managua, según
indicaron este miércoles 5 de julio fuentes diplomáticas y activistas a medios
locales e internacionales.
El obispo ya se negó el
pasado 9 de febrero a salir de Nicaragua junto a más de 200 opositores al
gobierno, a quienes expulsaron a Estados Unidos por supuesta "traición a
la patria".
Entre los excarcelados
estaban los ex precandidatos presidenciales Juan Sebastián Chamorro y Félix
Maradiaga, además de la histórica activista Dora María Téllez y otras figuras
políticas, periodistas, académicos y miembros de la sociedad civil.
En aquella ocasión, el
propio Ortega confirmó que Álvarez (quien entonces llevaba seis meses bajo
arresto domiciliario) se había negado a subir al avión de los desterrados y lo
acusó de soberbia.
Un día después, el 10 de
febrero, fue condenado a 26 años de prisión por "traición a la
patria", entre otros delitos, e inmediatamente ingresó a la prisión La
Modelo.
Pero ¿quién es este
religioso y por qué se niega a marcharse de Nicaragua pagando como precio su
libertad?
Una
voz crítica
Álvarez, obispo de la
diócesis de Matagalpa, ha sido considerado durante años como una de las voces
más críticas ante la situación que vive Nicaragua.
En sus homilías abordaba
cotidianamente los problemas de los feligreses y ha hecho escuchar su voz para
criticar los supuestos abusos contra los derechos humanos cometidos por la
Policía Nacional de Nicaragua o los derechos de los campesinos en ese país.
Además, tuvo un papel
destacado en la mediación que ejerció la Conferencia Episcopal de Nicaragua
durante el proceso de diálogo puesto en marcha tras las masivas protestas
populares ocurridas en 2018 en la nación centroamericana cuya dura represión
por parte del gobierno generó centenares de muertos.
Álvarez también ha hecho
frente a las agresiones que la Iglesia católica ha sufrido en Nicaragua de
parte no solamente del gobierno, sino también de la militancia sandinista.
De acuerdo con el informe
"Nicaragua, ¿una iglesia perseguida?", elaborado por la abogada
Martha P. Molina, la Iglesia católica en ese país fue objeto de 396 agresiones
entre 2018 y 2022. Protesta contra el silencio del Vaticano ante los problemas
de la Iglesia católica en Nicaragua.
La cifra incluye daños y
pintadas en los templos, cierre de medios de comunicación vinculados a la
Iglesia; acoso, intimidación, detención y enjuiciamiento de religiosos,
amenazas de muerte y exilios forzosos, entre otros.
En ese informe el nombre de
Rolando Álvarez aparece mencionado 78 veces, no porque él haya sido objeto de
un número semejante de ataques sino porque con frecuencia fue él quien
denunciaba esas situaciones.
Así, por ejemplo, en abril
de 2022, Álvarez hizo público que una de sus colaboradoras había sido víctima
de una agresión. Entonces señaló: "No hagan con los fieles lo que quieren
hacer conmigo. Lo que quieran hacer conmigo, si van a hacerlo, háganlo conmigo
y no con los fieles, no con el santo pueblo de Dios".
Un mes más tarde, el obispo
inició un ayuno con agua y suero para protestar por el acoso policial del que,
aseguraba, estaba siendo víctima.
Entre otras acciones contra
la Iglesia católica que han tensado la situación, las autoridades nicaragüenses
también expulsaron al Nuncio Apostólico y cancelaron organizaciones no
gubernamentales afiliadas a esa institución, entre otros.
Ante ello, según han
denunciado feligreses católicos, el papa Francisco y el Vaticano han guardado
silencio hasta ahora. Algo que contrasta claramente con la posición de Álvarez.
El
juicio a una figura popular
En agosto de 2022, la
policía nicaragüense llegó una madrugada a la casa parroquial de Matagalpa y
detuvo a Álvarez y a otros seis religiosos.
El obispo permaneció
detenido sin cargos durante más de 100 días, hasta que en diciembre fue acusado
por los delitos de "conspiración para cometer menoscabo a la integridad
nacional y propagación de noticias falsas".
Según la prensa
nicaragüense, las autoridades del país le habían ofrecido liberarlo si accedía a
salir del país.
El 13 de enero del presente
año, el diario La Prensa de Nicaragua publicó unas declaraciones de monseñor
José Antonio Canales, obispo hondureño de Danlí, quien aseguró que el gobierno
de Ortega le había ofrecido a Álvarez la posibilidad de dejarlo libre a cambio
de enviarlo al exilio, justo lo que ocurrió en febrero con los 222 opositores
enviados a EE. UU.
"Las noticias que
nosotros hemos tenido es que a monseñor Álvarez le han ofrecido la libertad,
pero fuera de Nicaragua. Lo que no quieren son voces críticas dentro de
Nicaragua", señaló entonces Canales. Pero en enero, al igual que en
febrero, Álvarez no accedió a marcharse de Nicaragua.
El obispo no es solo una de
las voces abiertamente críticas contra el gobierno de Nicaragua, sino también
es una figura muy popular en el país.
Cuando asumió como obispo de
Matagalpa en 2011, Álvarez fue recibido por una gran multitud que salió a las
calles para saludarle y que, luego, desbordó la catedral para presenciar su
ordenación, ritual que muchos tuvieron que ver fuera del recinto a través de
unas pantallas gigantes que fueron desplegadas.
Álvarez ha mostrado su
interés por permanecer cerca de los feligreses con numerosos gestos, como, por
ejemplo, su decisión de rechazar la oferta del entonces papa Benedicto XVI de
hacer su consagración en Roma, optando por hacerla en Nicaragua, cerca de su
gente.
Y es que Álvarez es conocido
por ser un pastor cercano a la ciudadanía, que usa su cuenta de WhatsApp para
orientar a sus feligreses y es capaz de subirse a predicar a un autobús.
La prensa nicaragüense
asegura que lo han visto subiendo montañas en burro o cruzando ríos en pequeñas
barcas para acudir al encuentro de los fieles en los poblados más remotos de
Matagalpa.
Y es que, según ha confesado
Álvarez, se ha fijado como meta personal visitar las 400 comunidades que
existen en su departamento.
*Esta nota fue originalmente
publicada en febrero –cuando monseñor Álvarez fue condenado a 26 años de cárcel–
y actualizada este 5 de julio con su fugaz excarcelación.
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Rolando Álvarez prefirió la
cárcel que el exilio.
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El mandatario Daniel Ortega
criticó a monseñor Álvarez por no haber abordado el avión rumbo al exilio.
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El silencio del Vaticano
ante los problemas de la Iglesia católica en Nicaragua también ha sido
cuestionado.
Nicaragua está inmersa en
una crisis política que se prolonga desde 2018.
Miembros de la diáspora de
Nicaragua recibieron en el aeropuerto en Washington a los opositores expatriados
a principios de año.