En la audiencia general, Francisco dijo que quería resumir la catequesis sobre el celo apostólico a la luz de la Evangelii gaudium: el anuncio de Cristo es siempre joven, el hombre de hoy y la sociedad "que deja desiertos los espacios del sentido religioso", lo necesitan.
La actitud de la que depende
la evangelización es la alegría: después de la presentación, el miércoles
pasado, del último testimonio de celo apostólico, la mística francesa Madeleine
Delbrêl, en la Audiencia General del miércoles 15 de noviembre en la plaza de
San Pedro, el papa Francisco anunció que ahora le gustaría llamar la atención
sobre cuatro puntos que resumen el camino recorrido, extrayéndolos de la
exhortación apostólica Evangelii gaudium, publicada hace 10 años.
“Ellos sintieron un gran
temor, pero el Ángel les dijo: ‘No teman, porque les traigo una buena noticia,
una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido
un Salvador, que es el Mesías, el Señor’ (del Evangelio de Lucas)”.
El Evangelio es un anuncio
de alegría
El primer punto es la
alegría, que proviene del hecho de que lo que el cristiano anuncia es una
Persona: Jesús. Él es la alegría, y solo puede ser alegría lo que distingue a
quienes lo anuncian.
Es por eso que un cristiano
infeliz, un cristiano triste, insatisfecho o, peor todavía, resentido y
rencoroso, no es creíble. Este hablará de Jesús, ¡pero nadie le creerá! Es
esencial vigilar sobre nuestros sentimientos.
La evangelización es
gratuita porque nace de la plenitud, no de la presión. Y cuando se hace
evangelización –se quiere hacer, pero esto no va bien– a base de ideologías,
eso no es evangelizar, eso no es el Evangelio. El Evangelio no es una
ideología: el Evangelio es un anuncio, un anuncio de alegría.
El verdadero encuentro con
Jesús trae alegría
Francisco se refiere al
episodio evangélico de los dos discípulos de Emaús "que de alegría no
podían creer", y a los discípulos del Cenáculo que "no podían creer
por la alegría" al ver a Jesús resucitado. El papa reitera: "El
encuentro con Jesús siempre trae alegría, y si esto no sucede, no es un
verdadero encuentro con Jesús". Y prosigue:
Y esto que Jesús hace con
los discípulos nos dice que los primeros que deben ser evangelizados son los
discípulos; los primeros que tienen que ser evangelizados somos nosotros, los
cristianos: somos nosotros. Esto es muy importante.
Inmersos en el clima veloz y
confuso de hoy, también nosotros, de hecho, podríamos encontrarnos viviendo la
fe con un sutil sentido de renuncia, persuadidos que para el Evangelio no haya
más escucha y que ya no valga la pena comprometerse para anunciarlo. Podríamos
incluso ser tentados por la idea de dejar que “los otros” vayan por su camino.
Sin embargo, precisamente este es el momento de volver al Evangelio para
descubrir que Cristo «es siempre joven y fuente constante de novedad»