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Title: La judicialización de los procesos políticos no es conveniente
Author: Radio Circuito San Juan
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  En los últimos tiempos ha surgido una situación muy preocupante en los sistemas democráticos del mundo: la judicialización de los procesos...

 


En los últimos tiempos ha surgido una situación muy preocupante en los sistemas democráticos del mundo: la judicialización de los procesos políticos. Esto hace referencia al uso de los tribunales comunes del sistema judicial para resolver disputas que deben ser normalmente gestionadas dentro del marco político; en el caso de Guatemala, dentro del Tribunal Supremo Electoral (TSE).

En algunos casos, este proceso puede ser necesario para defender el Estado de derecho; sin embargo, su creciente tendencia plantea serios peligros para la estabilidad democrática en cualquier país, y la salud de las instituciones encargadas del manejo y control de la política de las naciones.

El principal riesgo de la judicialización de la política es que convierte a los tribunales en actores políticos. En lugar de limitarse a interpretar las leyes y garantizar su cumplimiento, los jueces se ven obligados a tomar decisiones sobre cuestiones eminentemente políticas, como la legitimidad de reformas constitucionales, la implementación de políticas públicas o incluso la destitución de líderes electos.

Esto no solo compromete la neutralidad del sistema judicial en cualquier caso que se le presente, sino también debilita la capacidad de los actores políticos para resolver los conflictos por medios democráticos, en este caso el diálogo y la negociación.

Cuando los partidos políticos o cualquiera de sus miembros recurren a los tribunales para lograr lo que no pudieron alcanzar en las urnas o en el ámbito legislativo, se genera una peligrosa tendencia a trasladar el conflicto político a una arena que no está diseñada para gestionarlo.

En lugar de fomentar el diálogo y la negociación entre las fuerzas políticas, la judicialización tiende a polarizar a la sociedad, agravando tensiones que ya son evidentes en el espacio público y conocidas entre la ciudadanía.

Cuando los jueces empiezan a desempeñar papeles que son tradicionalmente responsabilidad de los legisladores o de los gobernantes y del TSE, se produce un desequilibrio que mina el sistema y constantemente se cae en inconstitucionalidades.

La aceptación constante de la judicialización fácilmente puede llevarnos a que los políticos deleguen su responsabilidad en los jueces, eludiendo su obligación de resolver los conflictos políticos a través de medios democráticos.

El peligro más grave de la judicialización de los procesos políticos es la potencial crisis de legitimidad que genera. Si el Poder Judicial asume un papel excesivamente activo en la política, se corre el riesgo de perder la confianza pública. Las decisiones judiciales comienzan a verse como resultado de intereses partidistas o como mecanismos para favorecer a un grupo político en particular.

Los ciudadanos, en lugar de ver a los jueces como árbitros neutrales de la ley, comienzan a percibirlos como actores políticos, con agendas particulares. Esta falta de confianza en la justicia tiene consecuencias devastadoras para la cohesión social, ya que fomenta la percepción de que el sistema está manipulado y que la ley ya no es un marco de referencia común para todos.

Para evitar la judicialización de casos puramente políticos, es esencial que quienes se dedican a hacer política y los ciudadanos comunes comprendan la importancia de resolver los conflictos dentro de los marcos políticos existentes y, sobre todo, respetar la supremacía del TSE, institución que debe ser fortalecida y no desbaratada, como lo quieren hacer con las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos.

 

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