Por: Dr.
Mario Armando Cabrera Márquez
En el mundo, especialmente en América Latina,
la insatisfacción sembrada en desigualdades genera violencia. Corre sangre
ciudadana en caminos, plazas y ciudades. Los presidentes se cuestionan.
Algunos, incluyendo a funcionarios y ex, se procesan por corrupción, generada
en la codicia, avaricia y lujuria. Es la crisis de nuestras democracias
débilmente fortalecidas por los partidos políticos y por los diversos sectores
sociales económicos y académicos.
Nuestra institucionalidad se afianza en
resoluciones idóneas de la Corte de Constitucionalidad, para evidenciar que
vivimos en un Estado de derecho. Empero, nuestra institucionalidad es soportada
también por el Ejército, obediente y no deliberante; respetuoso del voto
democrático que ejercemos los guatemaltecos; con fundamento en la ley contenida
en el artículo 244 de nuestra Constitución Política.
Para fortuna nuestra, la Constitución Política,
en su artículo 2o., establece que es deber del Estado garantizar a los
habitantes de la República la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la
paz y el desarrollo integral de la persona. Para vigorizar la democracia, nuestra
Constitución Política define al Ejército en sus artículos del 244 al 250 de
nuestra Constitución Política, que en partes conducentes ordena:
A) Que
el Ejército es institución destinada a mantener la independencia, la soberanía
y el honor de Guatemala, la integridad del territorio, la paz y la seguridad
interior y exterior.
B) Que el Ejército es único e indivisible,
esencialmente profesional, apolítico, OBEDIENTE Y NO DELIBERANTE. Su
organización es jerárquica y se basa en principios de DISCIPLINA Y OBEDIENCIA.
C) Que el presidente de la República es el
comandante general del Ejército e impartirá sus órdenes por conducto del
oficial general o coronel, que desempeñe el cargo de ministro de la Defensa
Nacional.
D) Que los integrantes del Ejército de
Guatemala en servicio activo no pueden ejercer el derecho de sufragio, ni el
derecho de petición en materia política; ni el derecho de petición en forma
colectiva. Congruente con lo expresado,
recordamos el inicio de nuestra “Primavera Democrática” con nuestra
Constitución Política de 1985, inaugurada por Vinicio Cerezo; salpicada por el
autogolpe de Serrano Elías, destituido por la Corte de Constitucionalidad (insobornable)
y el procurador de los Derechos Humanos (vigilante), Ramiro de León
Carpio.
Nuestra patria fortalece cada día la
Democracia institucional. Por supuesto que lamentamos que “los Acuerdos de Paz”
no hayan reconciliado a los guatemaltecos. Falta mucho por hacer, y falta
vigorizar principios y valores de empleados, funcionarios, y de todos los
guatemaltecos. ¡Quien tenga oídos, que oiga!
Fotografía: Facebook Ejército de Guatemala |