“Me voy con una fuerza que acá me alimentaron, me fortalecieron”, así se expresó el padre Gil Eduardo Ramírez, al despedirse de la parroquia San Juan Bautista, de San Juan Sacatepéquez, Guatemala.
Después de diez años de haber servido,
con mucho carisma, amor a la humanidad y, sobre todo, a
los fieles católicos de San Juan Sacatepéquez, Guatemala, adonde llegó como
vicario, el padre Gil Eduardo Ramírez es trasladado a la catedral de la ciudad
colonial, Antigua Guatemala, Sacatepéquez.
Con estoicismo, el padre
Ramírez, quien a partir del 20 de mayo deja de ser el titular de la parroquia
San Juan Bautista, de San Juan Sacatepéquez, Guatemala, enfrentó la pandemia
del COVID-19 que afectó a su rebaño de seguidores de Cristo en las diferentes
aldeas de San Juan Sacatepéquez.
Para dejar testimonio de su
don de servicio y fiel cumplimiento del mandato de Dios en todos los aspectos
de su vida durante el tiempo que estuvo en esta villa, laPrensa le hizo la siguiente entrevista:
Padre
Ramírez, ¿Cuánto tiempo estuvo en San juan Sacatepéquez?
R. Vine
como vicario parroquial, el 17 de diciembre de 2011, y el 3 de junio de 2013
fui nombrado párroco de la feligresía de San Juan Bautista, San Juan
Sacatepéquez, Guatemala, por el arzobispo Oscar Julio Vian.
He estado diez años en la
parroquia, con el deseo de servir, seguir entregando la vida a la misión,
gracias a Dios y al trabajo de otros sacerdotes que se dedicaban a la formación
de los servidores de la iglesia. Le di continuidad a lo que es la formación,
acompañar a los hermanos, hacerles conciencia de qué es ser cristiano.
¿Cómo
encontró la iglesia?
R. Me
tocó estar en una etapa en la que en las comunidades había muchas situaciones
de incomprensión, de mucha violencia, que es lo que como sacerdotes o
cristianos tenemos que vivir, evangelizar. El mismo Señor pide perdón, el
diálogo, la comunión; el mismo Señor pide que en las dificultades sepamos
nosotros hablarnos, como equipo sacerdotal. Y como párroco, esa fue nuestra
misión, desde que ingresamos o asumimos el cargo, un compromiso.
Fue saber guiar y acompañar
a nuestros hermanos, y sobre todo siendo cristianos, que asumieran que las
situaciones concretas que podemos vivir en nuestro pueblo, en la familia, en las
comunidades, tiene que ser de otra manera, como lo pide Jesús, y solo Él sabe
que somos conscientes y sabemos que Dios tocará el corazón de cada uno. Nosotros
simplemente cumplimos con la misión de evangelizar.
¿En
qué situación deja la parroquia de San Juan Bautista?
R. Creo
que decir cómo queda la parroquia sería decir unos hermanos, hermanas, familias
que van entendiendo mejor el ser cristianos. Ellos han ido descubriendo cómo
hay que vivir, qué procesos se deberían retomar nuevamente, tanto en el
servicio en la iglesia como el servicio donde estamos, en muchas comunidades,
que no es suficiente decir soy cristiano, y luego vivimos de otra manera.
Esa idea de que en la
iglesia somos una cosa y en la calle somos otra, ha ido tomando otro sentido, y
eso es lo que podríamos decir desde la pastoral. El Señor ha ido tocando los corazones
de muchas personas que en su momento veían la vida de otra manera; y aunque
sabemos que todo proceso de conversión no es fácil, porque es la conversión del
pensamiento y de darle sentido, más a los valores de la vida, luego, también, redescubrir
en nuestro corazón la conversión. Todos venimos heridos; todos traemos vacíos
de historia, muchas cosas, y es Dios quien toca acá.
Hemos trabajado como grupos,
equipos, movimientos, comunidades, de ver a Dios en ese sentido de conversión,
qué podríamos hablar. Luego, a nivel de estructura, material o remodelaciones o
construcciones. Podríamos decir, el apoyo de toda la comunidad para ver una
casa parroquial, nuevas oficinas para una mejor atención, un retablo que se
logró en conjunto, y otras mejoras que se hicieron en el templo.
Gracias por lo que hicimos
juntos. Porque así se los digo, no qué hizo el padre. Lo hicimos juntos, y eso
lo digo de corazón y se los he dicho a ellos. No tengan pena de decir lo que
hicimos, pero con humildad, y todavía faltan muchas cosas que hacer. Sigan con
ese espíritu y apoyando al nuevo párroco que venga a acompañarles; es el padre
Carlos Puac.
¿Cómo
fue recibido por la feligresía sanjuanera?
R. La
comunidad me recibió con esperanzas, con dudas; porque siempre, cuando hay un
cambio, las personas se preguntan cómo va a ser, cómo nos va a acompañar. Creo
que poco a poco se fueron dando cuenta de mi forma de pensar, de acompañar, y
sobre todo en estos días me he dado cuenta de que hay muchas cosas que ellos me
han hecho ver.
Si hemos cometido errores,
hemos pecado, podemos levantarnos, y si de ese Dios que tanto hablamos de que
es amor, misericordia, perdón, muchos tenemos el concepto o lo sentimos que es un
Dios castigador, vengador, y por eso mismo a veces nuestras actitudes de
venganza hacia algo que nos hace mal o daño, y la gente con ese deseo de querer
encontrarse con Jesús, querer apoyar y querer acompañar, a veces en su forma o
manera, pero poco a poco venimos juntos haciendo un trabajo, y creo que eso es
lo que le pido al Señor, que siga tocando corazones.
Si queremos que reine el amor, mi misma
humanidad me haría ver que yo no quiero ser tratado mal. De ahí la regla de
oro, tan natural: si a ti no te gusta que te traten mal, piensa antes de
actuar; no trates mal al otro. Luego, desde Dios, que nos viene a poner un amor
que ya no es tan obligado: tengo que querer, tengo que amar; esas batallas
interrogantes que a veces nos vienen. Dios nos viene a dar esa libertad.
Esa sería la obra que tendríamos que
seguir, tanto aquí en la comunidad como a donde voy, a encontrarnos con
nosotros mismos, y luego encontrarnos con el otro y con Dios. Tener la
esperanza de que en medio de todo lo que hemos vivido podemos ser diferentes;
podemos ser constructores de la paz, personas de diálogo; pero si sabemos
morir, o sea si somos humildes, acá es donde deberíamos trabajar todos, nuestra
humanidad, y como el ser cristiano, no tener miedo de evangelizarnos, desde Dios,
y ponerlo en práctica dondequiera que estemos. Qué sería de mi familia si yo no
busco la paz, si no busco la comunión. Además, Jesús nos va a invitar a ser
solidarios y a acompañar a los demás.
¿Adónde
lo trasladan?
R. He
sido nombrado párroco de la catedral que está en honor al patrono San José, y
por eso decimos San José Catedral de Antigua Guatemala, y a la vez me ha
confiado el señor arzobispo Gonzalo de Villa, vicario episcopal o vicario
territorial. Esa confianza es para acompañar a la feligresía y saber estar con
mis hermanos sacerdotes, que espero, al llegar, valorar lo que los otros
sacerdotes han venido acompañando a los hermanos, y continuar con las obras,
con la misión; saber escuchar, saber ver, y desde ahí ir actuando; pedirle al
Señor sabiduría para ser humano, hermano, amigo, y ser ese sacerdote que todos
esperamos. Ese es mi deseo, y espero con Dios ir a entregarme y hacer lo que
pueda con esa comunidad que me encomiendan en este tiempo.
¿Qué
mensaje le deja al pueblo católico de San juan Sacatepéquez?
R. Gracias
por su amor, su cariño, por su aprecio; me enseñaron mucho, desde aquellos
ancianitos humildes, sencillos, mujeres con sus dolores, pero los miraba en la calle
sirviendo y evangelizando. Esa es la alegría y fortaleza que llevo. Se los digo
honestamente, es el Dios invisible que se hace visible en el hermano que me
hablaba, y eso me llamaba a estar con ellos.
Sigan con esa humildad, con
esa sencillez, con ese trabajo, con esa fe; sigan esforzándose, entregándose
por el pueblo de San Juan, y aunque seamos pocos, busquemos el bien de unos a
otros. No estamos solos; el mismo Jesús lo ha dicho: “Yo no los abandonaré
nunca, no los dejaré jamás; cielo y tierra pasarán, mas mi palabra no pasará”.
Y yo estaré con ustedes. Me encomiendo a sus oraciones; no se olviden nunca de orar
por mí. Espero estar siempre en sus corazones, para que yo sea ese sacerdote de
bien, adondequiera que vaya. Muchas gracias, querido pueblo de San Juan; los
quiero mucho, los amo, los voy a extrañar, pero también voy con una fuerza que
acá ustedes me alimentaron, me fortalecieron. Muchas gracias por esa fuerza que
hoy me acompaña.