Desde hace varias semanas han aparecido
en las redes sociales, o en algunos medios de comunicación tradicionales,
diferentes encuestas sobre la situación político-electoral que se vive en el
país. Se han difundido, de manera no oficial y pagados por interesados muy
particulares, los resultados sobre quién ocupa el primero o el último lugar en
la preferencia del electorado nacional.
Todos los resultados son distintos y
esto es precisamente una luz de alerta para que nosotros los electores y toda
la ciudadanía en general no caigamos fácilmente en la manipulación de datos estadísticos
y resultados de falsas encuestas, que finalmente no nos llevan a un puerto seguro,
sino que a una enorme confusión con el que puede ganar el peor en las
posiciones de encuestas.
La verdad, el tema es complicado, porque
todo dependerá de la empresa que realice el sondeo, de quién esté financiando
esas mediciones, de la muestra y de la variedad de ésta, y actualmente también
se toma en cuenta el método empleado, ya que puede hacerse por teléfono, por
redes sociales, de casa en casa, con fotografías, o hasta con una simulación de
papeleta, tal como era en el pasado o en otros países del mundo.
Tenemos que tener muy
claro que la verdad no es absoluta, es relativa, porque cada uno de los humanos
manejamos nuestra propia verdad, por lo que no nos dejemos engañar, mucho menos
influenciar por farsantes de la política y del conocimiento humano.
Una vez realizado el
estudio de mercado y la adaptación de la imagen se obtiene el producto, o sea
al candidato, un fruto que no es fácil de escoger, por lo tanto, los encargados
proceden a la forma de vender ese producto y cómo transmitir el mensaje, pues
ahora, lamentablemente, eso es lo más importante, pero no siempre posible.
Incluso, más que el
carisma personal, el conocimiento, la capacidad y el acercamiento con la
ciudadanía cuentan mucho para cualquier candidato, sobre todo la diferencia de
estar frente a frente con las personas, participar en debates o simplemente
estar en las redes sin ningún tipo de contacto, y es cuando se venden y se
compran productos armados e irreales, todo está como lo publiciten.
En tan pocos días y
meses, esos métodos buscan a toda costa convencer a la población de que se
trata de un producto totalmente nuevo, aun cuando sea una imagen que por años
ha estado latente en el escenario y que a todas luces sólo muestra un cambio de
empaque y erradas propuestas que no van a resolver nada de la problemática
nacional.
Una vez en el mercado,
el candidato o producto debe ser sometido a mediciones con el fin de conocer
cuál ha sido su aceptación entre los ciudadanos y cómo podría ser, el día de
las elecciones, la compra final del producto por los guatemaltecos, quienes
deberán entender que si optan por un candidato errado, no habrá devolución de
su dinero, si fuera un producto material, porque en Guatemala no hay
revocatoria de mandato y lamentablemente ese producto errado estará vigente por
cuatro años, que lo tendremos que soportar.
Las encuestas que antes
se hacían a pie, de casa en casa y se tabulaban a mano, permitían corregir el
rumbo, replantear posturas, cambiar estrategias. Hoy, la tecnología de las
comunicaciones permite hacer estudios y evaluar resultados de forma inmediata,
pero esas tecnologías también permiten la manipulación de la opinión pública, frenan
saber si son resultados reales o incluso si son encuestas reales, y todo,
absolutamente todo, dependerá de quién esté financiando la medición e incluso
quién lo esté haciendo, desde el encuestador y el que está manejando la
tecnología.
Jamás será correcto que
ante tanta elaboración de productos o cambio de empaque de otros, y ante tanta
encuesta financiada por interesados, nos inclinemos por quien simplemente
encabeza una encuesta sin conocer su plan de gobierno o sobre cómo pretende
solucionar la crisis del país, ser ignorante de lo que pasa a su alrededor y quiera
implementar métodos que engañen al votante.