En la aldea Comunidad de Zet, de San
Juan Sacatepéquez, Guatemala, cada 30 de agosto se festeja y conmemora a Santa
Rosa de Lima como patrona de dicha comunidad.
Según autoridades locales, la virgen
pertenecía a un señor que cambió de religión y pretendió quemar la imagen, pero
unos vecinos no lo permitieron, la rescataron y desde entonces se rinde
homenaje a Santa Rosa de Lima cada 30 de agosto.
La alborada a la patrona se inició a las
4 de la mañana este miércoles 30 de agosto, tras lo cual un grupo musical
recorrió parte de la comunidad.
A las 4:30 horas algunos grupos
musicales se presentaron en el atrio de la parroquia, donde entonaron Las Mañanitas;
a las 11:00 horas la agrupación Busca a Dios entonó varios coros.
La misa en honor a la patrona se realizó
a las 15:00 horas, tras lo cual salió la procesión de Santa Rosa de Lima y recorrió
varios puntos de la Comunidad de Zet.
El sábado 2 de septiembre se presentará
la marimba orquesta La Voz de Zunil Los Atrevi2 y el Convite Original Santa
Rosa de Lima; ambas agrupaciones amenizarán la feria de la población desde las
13:00 horas.
Santa Rosa de Lima nació en Lima, Perú,
el 20 de abril de 1586 y murió el 24 de agosto de 1617. Su familia era de escasos
recursos; sus padres se preocuparon en darle una seria educación humana y
formación en la fe.
Entre las personas nacidas en el
continente americano, Santa Rosa de Lima fue la primera en ser canonizada como
Santa; la proclamación de su santidad fue hecha por el papa Clemente X en el
año 1671.
Su nombre original era Isabel Flores de
Oliva. Isabel dedicaba tiempo a atender a los necesitados y enfermos, al punto
de que llegó a convertir una habitación de su casa en una enfermería para
brindarles atención; además, posee el título de excelsa patrona de Lima, Perú.
Según documentos históricos, fue su madre quien comenzó a llamarla Rosa, por su
belleza y por el tono rosáceo de su rostro.
En 1670 el papa Clemente X la declaró
patrona principal de América, Filipinas y las Indias Orientales. Al año
siguiente, el 12 de abril, el mismo sumo pontífice la canonizó, y se fijó su
festividad el 30 de agosto, fecha en la que muchos países la recuerdan con los
honores correspondientes a su sagrada investidura, pese a que el Concilio
Vaticano II trasladó la fecha de esta celebración para cada 23 de agosto.