Cómo, cuándo y dónde
acariciar son elementos clave del buen vínculo entre humanos y caninos
Existe un riesgo potencial
importante si queremos acariciar a un perro desconocido ya que puede ocurrir que
perciba que no estamos respetando su espacio y en consecuencia nos agreda.
Si es el perro el que se
acerca, no necesariamente tiene que querer que lo acaricien, tal vez solamente
necesite olfatear ya que los perros son esencialmente curiosos y lo mejor será
dejarlo seguir su camino sin tocarlo.
Los perros lindos o
atractivos pero desconocidos tientan a muchas personas a tocarlos, pero lo
aconsejable es no hacerlo ya que puede ocurrir que el animal se sienta
amenazado y ataque. El perro puede interpretar el contacto como una potencial
amenaza, asustándose y reaccionando de forma agresiva.
La mejor actitud frente a un
perro desconocido, por más atractivo que sea y más manso que parezca es
observarlo simplemente. En el más extremo de los casos, al menos se debe pedir
antes permiso al tutor y preguntarle si se lo puede tocar.
Si se visita una casa con
perros, se puede intentar acariciar al perro de la casa, pero teniendo en claro
algunas señales por parte del animal y sobre todo la consulta al tutor.
Cuando un perro quiere y
permite ser tocado, se manifiesta relajado y hasta puede llegar a apoyarse
contra la persona que se le acerca. Cuando lo acariciamos debe estar relajado.
Si el perro se muestra tenso, no debemos acariciarlo. Y si un perro se aparta,
es claro que no le interesa esta situación y quiere evitarla.
Otra evidente señal de
rechazo es cuando desplaza todo su peso hacia el lado opuesto de quien pretende
acariciarlo o acercarse. Si el perro cierra los ojos, con las orejas hacia
atrás o se queda completamente inmóvil, no es una buena señal para acercarse ya
que algunos animales se quedan petrificados cuando algo les molesta.
Se debe tener especial
cuidado con los niños que al desconocer el lenguaje y códigos caninos son las
más habituales víctimas de los incidentes con perros. Una buena manera de
prevenir incidentes e incomodidades es evitar los juegos con las manos o con
los pies, ya desde cachorros, lo que pueden ser el principio de desagradables
incidentes futuros.
Si nos enfrentamos a un
perro que quiere ser acariciado claramente, lo aconsejable es agacharse en
cuclillas para quedar a la misma altura del animal, siendo deseable que primero
nos huela el dorso de la mano.
Nunca hay que mirar
fijamente a los ojos a un perro extraño, ya que ese gesto es considerado como
un verdadero desafío. Es aconsejable no acariciar ni la cara, ni la cabeza ni
la panza del animal en primera instancia y como norma general. Tampoco deben
darse abrazos que pueden ser interpretados por el animal como una situación de
limitación física.
Jamás se debe interferir en
el momento de la comida ya que es en ese tiempo en el que, en el perro, parece
un principio de conducta que se define como distancia critica, según el cual en
ese momento se anulan las jerarquías y se defiende el recurso a toda costa.
Nunca hay que dar palmadas
en los flancos del perro ni tampoco acariciar el pecho, esta actitud mantiene
la distancia preponderante de quien acaricia sobre el acariciado y establece un
principio de respeto jerárquico, que será beneficioso para la relación.