“¿Cuántos niños son privados
del derecho fundamental a la vida y a la integridad física y mental, a causa de
los conflictos? ¿Cuántos niños son obligados a participar o asistir a los
combates, y a llevar las cicatrices que dejan?”, son las interrogantes del santo
padre en sus publicaciones en la red social “X” para conmemorar el Día Mundial
del Niño, instaurado el día de la aprobación en 1989 de la Convención de la ONU
sobre los Derechos del Niño.
Las imágenes difundidas por
los medios de comunicación en los últimos días, en Gaza, muestran al límite la
resistencia de los niños, incluso los más pequeños, cuyas lágrimas corren por
sus rostros ennegrecidos por el humo o sucios por el polvo de los edificios
derrumbados por las bombas, en brazos de padres y familiares con la boca abierta
gritando por el dolor de la pérdida de un familiar o de un miembro.
A estos retratos se suman
las fotografías de menores llorando ante los ataúdes de sus padres en Ucrania o
las de niños en África de menos de 10 años empuñando un Kalashnikov, sentados
sobre un tanque, ya entrenados para los conflictos. Niños muertos (como los
siete bebés prematuros que murieron en las incubadoras de los hospitales de
Gaza), niños heridos, niños inmigrantes, niños soldados, niños explotados: ¿es
todo esto tolerable? ¿Cuánto más debe durar el sufrimiento de los más pequeños?
Aquel ante el cual su santidad ha dicho más de una vez que no hay respuesta, solo
lágrimas.
El papa Francisco vuelve a llamar
la atención sobre los niños en la Jornada Mundial de los Derechos del Niño, que
es quizá el tratado de derechos humanos más ratificado del mundo.
Las iniciativas de la
campaña de Unicef “Niños entre guerras y emergencias olvidadas”, que
pretenden recordar a los numerosos niños del mundo que viven en contextos de
emergencia, con especial atención a seis países afectados por la violencia, el obispo
de Roma difunde su mensaje que tiene como finalidad una advertencia e interrogante,
como alimento para la reflexión.
“¿Cuántos niños son privados del derecho fundamental a la vida y a la integridad física y mental, a causa de los conflictos? ¿Cuántos niños son obligados a participar o asistir a los combates, y a llevar las cicatrices que dejan? Ninguna guerra vale las lágrimas de los niños”